Homenaje a ramón y cajal
A Mercè Durfort
Barcelona, 1888: Santiago Ramón y Cajal
observa por primera vez las neuronas
Ni cables ni vasos: células,
una tras otra, una al Iado de otra,
células como árboles, como pirámides,
como columnas, como mariposas, como redes,
a contraluz en el microscopio,
células próximas pero separadas
por unos minúsculos espacios que veo por primera vez,
ahora,
después de tanto buscarlos
en tantos tejidos, con tantos colorantes:
células -neuronas-, espacios -sinapsis-
(los nombres vendrán más tarde),
células como astros
en un universo de laberintos y de memoria.
Aquí la materia hace los saltos más prodigiosos:
los sentidos,
los instintos,
la memoria,
la inteligencia.
Aquí la materia se vuelve
deseo, angustia, voluntad.
Entraré en este bosque mágico
que sé teñir de incendio, de otoño o primavera,
habitaré en este paisaje de rayos invisibles,
de canales que se abren y se cierran,
y seré el astrónomo de este cielo interior
y el leñador de esta espesura de electricidad y de música.