Los trabajos arqueológicos y de conservación en la necrópolis de Qubbet el-Hawa han continuado un año más por parte de la Universidad de Jaén. En este cementerio, se enterraron desde la VI Dinastía hasta al menos el Reino Nuevo los nobles que gobernaron la provincia más meridional de Egipto, cuya capital era Elefantina. Este territorio tenía una importancia capital para el Egipto de época antigua, ya que era la frontera natural y, durante muchos periodos, política del País de los Faraones con la vecina Nubia. Tenía pues una importancia militar muy importante, a la que se sumaba la comercial, ya que Elefantina era puerto de llegada y partida de los intercambios entre Egipto y Nubia. Además, la región es muy rica en afloramientos de diferentes piedras preciadas para la construcción y la escultura, lo que la convertía en un destino de expediciones reales.
Los nobles que gobernaron esta provincia decidieron excavar sus tumbas en la roca de una colina cercana a Elefantina y conocida en la actualidad como Qubbet el-Hawa ("La Cúpula del Viento"). Las tumbas, incluso las más antiguas, destacan por su decoración y, en muchos casos, por su monumentalidad. En ellas, se grabaron biografías que son interesantísimas desde el punto de vista de la historia de las relaciones entre Egipto y Nubia, y hay escenas pintadas, como la de Sarenput II, que aparecen en numerosos manuales de Historia del Arte por ser ejemplos clásicos del estilo egipcio.
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Los desafíos del proyecto Qubbet el-Hawa son enormes, pero tienen un futuro más que prometedor: la colina, aunque excavada en numerosas ocasiones, está aún por mostrar sus mejores secretos |
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Desde 2008, la Universidad de Jaén está excavando un grupo de tumbas junto a la tumba de Sarenput II. La tumba principal, de la que todavía desconocemos quién fue su propietario, es la nº 33. Fue descubierta a finales del siglo XIX, pero nunca se excavó porque la superficie estaba llena de cenizas y todo el material estaba quemado. Tras cuatro años de paciente excavación, por fin se ha conseguido llegar a los niveles debajo de las cenizas y lo que está apareciendo está sorprendiendo por su alta calidad, variedad y cantidad.
Por el momento, sabemos que la tumba fue construida por un noble que vivió durante el último tercio de la Dinastía XII. Si bien no se pudieron terminar todas las obras, el exterior está sin terminar, sí se pueden reconstruir las intenciones del plano original: de haberse terminado, la tumba nº 33 hubiese sido la tumba de mayor tamaño de toda la necrópolis de Qubbet el-Hawa, mayor incluso que la impresionante tumba de Sarenput I. Lamentablemente, el propietario murió antes de que se llegasen a extraer los últimos bloques del interior de su recinto funerario.
En 2008, en el interior de la tumba sólo teníamos acceso a una gran cámara de culto sostenida por seis pilares, en cuya nave central habían un gran nicho, y que daba acceso a una cámara trapezoidal que tenía un pozo de más de diez metros de profundidad. Pese a que todavía no hemos terminado de excavar la cámara de culto, podemos adelantar el descubrimiento de tres cámaras, dos de ellas con enterramientos intactos, a las que hay que sumar un pozo de seis metros de profundidad con otras dos cámaras más que fueron apenas saqueadas.
Los desafíos del proyecto Qubbet el-Hawa son enormes, pero tienen un futuro más que prometedor: la colina, aunque excavada en numerosas ocasiones, está aún por mostrar sus mejores secretos.