La investigación científica y ecológica ha reunido suficientes datos para saber que <a href="http://iblnews.com/di/" target="_blank">el futuro</a> es incierto y que el nivel de crecimiento y desarrollo actuales son <a href="https://oei.int/oficinas/secretaria-general" target="_blank">insostenibles</a>. La degradación irreversible del planeta no ha dado fechas, lo que nos coloca en una postura moderadamente optimista, ya que su freno, o incluso inversión, corresponde a la mano del hombre.
El desarrollo sostenible tiene como objetivo combatir los grandes problemas ecológicos de nuestro tiempo. El tratamiento de estos problemas implica un conjunto de medidas que van de lo general a lo concreto, de los puestos representativos de la sociedad a los ciudadanos. Se trata de un movimiento integrador que necesita que las medidas interaccionen, tanto en el sentido ascendente como en el descendente, para conseguir una actuación global y efectiva dentro del objetivo fijado de perseguir un desarrollo sostenible.
La investigación científica y ecológica ha reunido suficientes datos para saber que el futuro es incierto y que el nivel de crecimiento y desarrollo actuales son insostenibles. La degradación irreversible del planeta no ha dado fechas, lo que nos coloca en una postura moderadamente optimista, ya que su freno, o incluso inversión, corresponde a la mano del hombre.
El esquema tiene su cabeza en las Naciones Unidas. Ésta fija los problemas medio ambientales concretos, los describe hasta desgranar sus efectos y sus causas, y analiza su incidencia en el mundo. Tras este estudio global, se emplaza a cada uno de los países a que realice un estudio de la incidencia de su actuación socioeconómica en su territorio y en el de otros estados.
El papel ejecutivo de las Naciones Unidas en este sentido es limitado. Consecuentemente, es imprescindible la participación de los estados soberanos, quienes concretizarán las acciones bajo su responsabilidad, ya fijadas en el estudio. Para lograr su efectividad es necesario el elemento sancionador internacional y el convencimiento de todos los ciudadanos y de todos lo países.
El rol de los ciudadanos es fundamental. Es preciso conseguir una interacción ciudadana que obligue a los políticos a considerar necesaria la adopción de las medidas medio ambientales exigidas. Se trata de una "revolución ecológica"; una revolución que pretende un cambio social y económico, que permita la pervivencia del planeta y sostenga un desarrollo adecuado.
El último eslabón de esta cadena viene representado por la educación, como tarea que, desde la familia, la educación obligatoria y superior, está obligada a introducir los valores eco-sociales necesarios para conformar un tejido social adecuado, ejecutor del compromiso nacional y supranacional. Todo ello forjado y sostenido sobre el fuerte hierro de la educación.
El esquema se concreta en los hechos. Así, la familia se convierte en núcleo educacional, reforzado por la educación obligatoria, primaria y secundaria. Posteriormente la educación superior, tanto profesional como universitaria introduce técnicamente objetivos eco-sociales en sus programas. Se adaptan los planes de todos los estudios a los objetivos eco-educativos, buscando, en definitiva, una integración de la ecología en la vida diaria. Este es un proceso de retroalimentación que se completa en varias generaciones, hasta asumirse socialmente. Los nuevos políticos nacerán de este sistema educativo.
Los ciudadanos deben adaptar su vida al desarrollo sostenible, contribuyendo con su actuar a la "revolución ecológica" y su campo de actuación es el doméstico. Cada cual atiende a sus propias acciones en la adopción de la medidas concretas, respondiendo de ellas tanto social como institucionalmente.
Aquí interviene la administración, el gobierno, como poder ejecutor del estado y de la voluntad de los ciudadanos. El estado fija los límites y ejerce su potestad punitiva, castigando a los infractores ecológicos. Pero su papel va más allá, regulando la contaminación global del país, ya sea causada por el ente privado o público. Se trata de un Estado-interventor en la política ecológica y de desarrollo del país que influye en la economía, entendida como factor ecológico El estado sostendrá sus resultados frente a la ONU y a la comunidad internacional, siendo único responsable de ellos y de sus consecuencias.
La evaluación corre a cargo de la ONU, basándose en el esquema aquí propuesto. El no cumplimiento de los objetivos supone la sanción (económica e internacional) de los países infractores, sostenida en el poder de la comunidad internacional otorgado a la ONU y en el interés general que significa la salud del planeta.
Económicamente hablando se trata de conseguir un crecimiento constante a largo plazo, sin caer en la curva de los rendimientos decrecientes que significaría el agotamiento de los recursos y el fracaso económico en el largo plazo. El estado ideal de las cosas queda definido por la noción de desarrollo sostenible: "El desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades" (
Comisión Brundtland pronunciada en 1987 en la Comisión Mundial Sobre Medio Ambiente y Desarrollo). Los únicos límites del desarrollo sostenible son la tecnología, la sociedad y el medio ambiente. Estos límites han sido sobrepasados y hay que recuperarlos, especialmente el medio ambiente, el único que no puede ser sustituido.