Fecha
Autor
Óscar Gálvez (Departamento de Física Molecular, Instituto de Estructura de la Materia, CSIC)

El entendimiento de la química de la Atmósfera como clave en la lucha contra el Cambio Climático

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el calentamiento en el sistema climático es inequívoco y la influencia humana es clara.
La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado significativamente. Es probable que a finales del siglo XXI la temperatura en superficie sea superior en 1.5oC a la del periodo de 1850 a 1900. Todo esto llevará a cambios globales en el clima que tendrán implicaciones por, al menos, cientos de años. Estas son algunas de las afirmaciones que el IPCC ha puesto de manifiesto en su quinto informe de evaluación que se hizo público en 2014. En este informe se detallan minuciosamente las observaciones realizadas en la atmósfera, océano, criosfera y el resto de la superficie terrestre. Todos estos datos son incorporados en modelos climáticos, los cuales reproducen patrones y tendencias de la temperatura en superficie, y otros parámetros, a escala continental observados a lo largo de muchos decenios. Estos estudios basados en observaciones y modelos combinados nos ofrecen tendencias y predicciones sobre la magnitud del calentamiento mundial como respuesta al forzamiento pasado y futuro.

Para una buena predicción de la composición y evolución de la atmósfera y el clima es necesario tener bien caracterizados los procesos químico-físicos en las diferentes condiciones que se pueden dar

Aunque los modelos climáticos han mejorado a lo largo de los años, en todas estas conclusiones tenemos razonables incertidumbres, que vienen derivadas de un conocimiento incompleto de la química y comportamiento de nuestra atmósfera, lo que conlleva a inseguridades en las predicciones, por lo que en muchos casos provocan que no haya un firme consenso en las implicaciones del Cambio Climático y que no se puedan tomar las medidas adecuadas. Analizando este informe podemos ver que aunque la influencia de gases como el CO2 en el calentamiento global es bien conocida, las mayores incertidumbres, tanto en el papel que desempeñan en el Cambio Climático como en su evolución, las tenemos en el comportamiento de los gases de vida corta como el ozono, así como en la formación, presencia y evolución de los aerosoles y sus precursores. De manera general podemos decir que nuestras incertidumbres vienen delimitadas por falta de conocimiento de las reacciones que generan, procesan y eliminan estos compuestos, así como su interacción físico-química con la radiación solar. La atmósfera es un medio muy reactivo en la que un determinado compuesto está sometido a la influencia de muchos factores que pueden alterar su estado. Para una buena predicción de la composición y evolución de la atmósfera y el clima es necesario tener bien caracterizados todos estos procesos químico-físicos en las diferentes condiciones que se pueden dar.

Recientemente se ha puesto de manifiesto que en buena parte de las regiones del planeta, la mayor fuente de destrucción del ozono en la troposfera (región baja de la atmósfera que está en contacto con la superficie terrestre) es su reacción con el Yodo. Además, a su vez, estas reacciones pueden, en determinadas condiciones, dar lugar a la generación de aerosoles, los cuales tienen también una influencia clave en los procesos de calentamiento o enfriamiento de la Tierra. Por lo tanto, el estudio de los procesos en los que interviene el yodo resulta clave para llegar a un mejor entendimiento de nuestra atmósfera, y poder así tener una mayor precisión en nuestros modelos climáticos.

Vista de la atmósfera

La fuente principal de emisión de compuestos de yodo son los océanos. En ellos, el yoduro del agua de mar reacciona con el ozono en superficie, dando lugar a emisiones de yodo reactivo (I, I2, HOI, etc.) que son los responsables de los procesos anteriores. Adicionalmente las algas de las zonas costeras, así como el fitoplancton (organismos acuáticos del plancton), como consecuencia de sus procesos biológicos, son también responsables de la emisión de yodo reactivo. La presencia de este yodo reactivo se extiende a lo largo de todo el planeta, principalmente concentrada en torno a los trópicos, pero habiéndose detectado también grandes concentraciones sobre la Antártida, región que tiene una importancia clave en los procesos climáticos del planeta. Se ha predicho además, que el incremento de ozono troposférico provocado por las emisiones humanas en la época industrial, ha llevado a incrementar considerablemente la concentración de yodo en la atmósfera, por lo que se pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta todos estos procesos en los modelos Químico-Climáticos. Muchos de los factores que afectan a estos procesos son desconocidos, en particular aquellos que atañen a la interacción de los compuestos de yodos constituyentes de los aerosoles, y cómo influyen en la evolución de éstos y en su interacción con otros contaminantes.

Nuestro grupo de investigación (formado por investigadores del Instituto de Estructura de la Materia del CSIC, en Madrid, y de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Castilla La Mancha, en Toledo) tiene como objetivo el determinar el mecanismo por el que se producen estos procesos y poder así cuantificarlos. Para ello plateamos estudios combinados de laboratorio y de cálculos teóricos, que nos permitan realizar, entender y cuantificar estas reacciones. En el laboratorio podemos llevar a cabo estas reacciones de manera controlada, de tal manera que podemos cuantificar los procesos y separar las contribuciones de los diferentes factores que les afectan (presión, temperatura, humedad, radiación solar, presencia de otras sustancias...). Además los cálculos teóricos (a través de programas de cálculos químico-cuánticos) nos permiten predecir el comportamiento de las diferentes especies que nos interesen en función de su reactividad frente a otras moléculas o frente a la radiación solar. Estos cálculos resultan muy relevantes especialmente cuando no se disponen de datos experimentales, o cuando la medición de estas variables conllevaría sofisticados y complejos experimentos de laboratorio de costosa realización. Recientemente, hemos lanzado además una campaña de crowdfunding a través del proyecto Precipita de la Fundación española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT. El objetivo es difundir nuestro proyecto y conseguir fondos que nos ayuden al desarrollo de estas investigaciones para continuar contribuyendo al conocimiento y entendimiento de la Atmósfera y el Clima.


Para más información:

www.precipita.es/proyecto/que-ocurre-en-nuestra-atmosfera-y-como-influye-en-el-cambio-climatico.html

Ozono: El ozono es un gas altamente reactivo que se forma por medio de la interacción del oxígeno con la radiación solar. Es bien conocido el papel beneficioso que desempeña en la estratosfera (capa de la atmósfera que se encuentra entre los 10 km y los 50 km de altura), actuando como filtro protector de las radiaciones nocivas, y de alta energía que llegan a la Tierra. No obstante, y a pesar de estar en menores concentraciones, su papel en la troposfera es también importante para el ser humano. En la troposfera el ozono no se emite directamente por ninguna fuente, si no que se forma por reacción de contaminantes como los óxidos de nitrógeno (que se liberan principalmente por las emisiones de los vehículos) y compuestos orgánicos volátiles (provenientes de emisiones naturales o humanas) en presencia de luz solar. Su influencia para la salud humana (debido a su alto poder oxidante) es perjudicial, especialmente para las personas asmáticas y que tienen problemas respiratorios, ya que podrían ver aumentadas sus dolencias. También tiene un importante efecto sobre los cultivos, pues disminuye su productividad. Es uno de los principales componentes del smog fotoquímico (nube tóxica que se forma en determinadas ocasiones sobre las grandes ciudades). Por otro lado, el ozono es un gas de efecto invernadero muy eficaz, principalmente cuando se sitúa en la capa alta de troposfera. Sin embargo, también tiene un papel muy relevante como destructor de agentes contaminantes.

Aerosoles: Con la denominación de aerosoles hacemos referencia a partículas sólidas o líquidas suspendidas en un gas. El tamaño de estas partículas puede ir desde unos pocos nanómetros (10-9 m) a centenas de micras (10-6 m). Los aerosoles atmosféricos pueden ser originados de forma natural (por ejemplo a través de emisiones volcánicas o por medio de las tormentas de polvo) o humana (por ejemplo en las emisiones de los escapes de los vehículos, en centrales termoeléctricas, etc.). Algunas de estas partículas son emitidas directamente a la atmósfera y otras son emitidas como gases que al reaccionar forman partículas en la atmósfera. La composición de las partículas de un aerosol depende de la fuente donde son generadas. La composición química de los aerosoles afecta directamente a la forma en que interactúa la atmósfera con la radiación solar. Los componentes químicos de los aerosoles alteran el índice de refracción global de la atmósfera y por tanto su balance con respecto a la radiación entrante/saliente. Por otro lado, actúan como núcleos de condensación de nubes (CCN) y hielos, alterando las condiciones climáticas regionales del entorno. Pueden tener además efectos nocivos a la salud humana, especialmente las partículas más pequeñas, ya que pueden entrar en las vías respiratorias por inhalación. Actualmente las incertidumbres relacionadas con los cambios radiativos debidos a los aerosoles siguen siendo grandes, y dependen en gran medida de las estimaciones de los estudios de modelos mundiales, que son difíciles de verificar.

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