08.01.2018
Investigadores franceses han descubierto que, aunque no tienen orejas, las ostras son sensibles a los ruidos submarinos, que modifican el ritmo de apertura y cierre de sus valvas, condicionan su alimentación y pueden afectar a su crecimiento. Otros invertebrados pueden ser sensibles también a la contaminación sonora del fondo del mar, considerada por la <a href="https://www.un.org/es/index.html" title="" organizaci="" de="" naciones="" unidas="" alt="Organización de Naciones Unidas" target="_blank">Organización de Naciones Unidas</a> (ONU) como una de diez mayores amenazas para los océanos.