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Romo, nada notable, por decirlo
de una vez, nada menos atractivo:
una capa delgada de basalto
atravesada por enormes grietas,
cubierta en parte por arbustos negros
que achaparrados por el sol apenas
viven. La superficie, escamosa
de puro seca, agobiada por los...
No parece - parece - no parece
parece - no parece - puro seca
escam - asuperfí - ciecá - paboca.
Recojo plantas pero apenas si consigo
algunas, tan pequeñas, enfermizas
que diríase... que parece...
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DNA o ADN, poco importa
si en castellano o en inglés: el caso
es que me muero por tus proteínas,
por tus aminoácidos, por todo
lo que fuiste una vez, cuando tus padres
vinieron de cenar algo achispados
y, después de tirar de la cadena,
hicieron una nueva con tu nombre,
con tus curvas y con tus fantasías.
Dame una foto de tu DNA
tamaño DNI, que me retuerzo
de ganas de mirarla a todas horas.
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Un harmatán del alma.
Escocia en su tiniebla.
Una hora que te empuja
por la ciudad leída.
En noche que no es noche,
tan blanca y tan remota,
lentos mosquitos beben
tu sangre en una orilla.
Ríos que para siempre
se glosan bajo puentes.
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Partículas,
sois los ocres y oros
de la tarde de otoño,
el límpido azul
de una mañana,
el mar tornasolado
de turquesas y violetas,
la coagulada sangre
del crepúsculo,
los ágatas y jades
del bosque,
el seno rosado
de la joven
y este rostro mío,
oscuro,
asombrado,
que os interroga en el espejo.
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Un rey en viaje cae a un pozo profundo
nadie tiene la menor idea de cómo salvarlo
hasta que un paje llamado Arquímedes
recomienda comunicar el abismo
con una laguna de la vecindad
y el rey subió con el nivel del agua.
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La línea, si amarilla,
no es moneda que valga
si del cereal no toma
la apariencia dorada.
La línea es telefónica
cuando, en lo alto el sol,
hace que el amarillo
hable en clave de sol.
La línea, si amarilla,
se descompone en blanco
-No es línea que tolere
lo injusto demasiado.
La línea, si amarilla,
será moneda de oro
sólo si del obrero
toma el color del rostro.
La línea cuando verde
es igual que el cristal
que tuviera una verde
coloración detrás.
La línea cuando abril
será verde escarlata.
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Pero queda todavía una chance:
que se acabe este funesto big bang,
que el universo empiece a contraerse
y a enfriarse, camino del gran crunch:
acabarían entonces los adioses,
los alejamientos, las separaciones:
se invertiría la flecha del tiempo,
moriríamos antes de nacer,
la gigantesca nuez del coco
iría a parar a la basura
aún antes de que partiéramos el dicho
coco, o más bien, uniéramos sus partes:
primero el vagabundeo de Ulises,
después la guerra de Troya, y recién
a lo último, el juicio de Paris: le saca
a Helena la manzana, piensa qué hacer,<
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Que el tiempo no transcurre como giran los astros,
suavemente, dejando
un rastro azul de octavas y becuadros,
un teorema perfecto en la mano de Newton,
sino que, brutalmente,
como arpón que quisiera extraerse al recordar,
desgarra los violines, triza los monumentos,
nos abate.
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Cuando te conocí
el tiempo no había llegado todavía;
el mundo no había llegado todavía;
tu llanto no había llegado todavía.
La luz no era aún la luz y era
el despertar un tránsito
de claridad a claridad y todo
era una nada densa y envolvente
unos momentos antes
de la creación.
Después, como un derrumbe,
como un alud de realidad,
como una ola de conciencia, vino
la materia a campar por sus dominios.
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Esa materia tientas
cuando, carmín, repasas
la sonrisa de un niño.
Más: grosezuela, carne,
pierna o rosa exhalándose.
La materia fresquísima,
cuán repentina emerge
en esa pierna o luces.
Oh, cómo tiembla el iris:
suspenso ahora en el rosa,
escala suave o masa
que es un montón fragante.
Materia inmensa dura...
Cuán infinita empieza
cuando el tiempo, y vibrante
es una red que tocas.
Aquí, aquí está en sus bordes.
No más, no más distintos
que allí su origen: tiéntase
sin fin. Y un niño canta.
Y en él quizá Tiberio,
remoto. Oh, Capri.