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Busquemos, elijamos el centro de la vida
entre trillones de galaxias mudas,
una, quizás la más extraviada.
Crucemos por la noche inquebrantable
a través de la lumbre del misterio
hasta llegar sin pausa al hogar encendido.
Allí, en un rincón apartado del orbe,
girando en la hermosura de sí misma,
iluminada por difusos nimbos
de rotundas estrellas transparentes,
se yergue en los jardines siderales,
esta casa común: la Vía Láctea.
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En el invierno de Iowa
todos los árboles son almendros
hasta que sale el sol
y derrite sus pétalos de nieve
Entonces sueñan con la primavera
que cubrirá de flores sus ramas
Olvidan que detrás de los montes
se esconde el otro sol
que derrite las flores los árboles los pájaros
y las cuatro estaciones
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En las apartadas islas de Nueva Caledonia,
en una Atenas huida hacia las nubes,
unos córvidos han dado razón de su razón,
concibiendo nuevas artes para la muerte,
y han acertado a romper
el monopolio cultural
de los endiosados primates.
Una bandada de oscuros pájaros
cortó el crepúsculo en Muroroa
sin que los ávidos reporteros
captaran el ominoso presagio.
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Yo me río de los peces de colores
me río de los rojos de los dorados de los azules
de los flamígeros que parecen papagayos
y de los lilas con colas de pavo real
Y me río de los peces cacatúas
con aletas fucsias y escamas verdes
o piel violeta con lunas granates
y de los pequeñitos que nadan como locos
y cambian de dirección bruscamente
Pero si yacen mustios sobre una roca
pintados por la acuarela de la muerte
yo no me río de los peces de colores
Vuelvo a mi casa a través del parque
donde están los niños jugando
con globos rojos dorados o azule
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El globo ocular
y el globo terráqueo
son uno y el mismo
El mundo gira alrededor
del sol
y el ojo gira alrededor
del mundo
El cielo era un cíclope
que miraba con su sol único
hasta que fue cegado
por una lluvia de aerolitos
Ahora el sol no vidente
envía rayos de tinieblas
También el ojo
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Hasta en lo opaco hay un cielo: Un inmenso espacio con un
mínimo de materia concentrada en granos, casi puntos,
dispersos en lo que, relativamente, parece infinito.
El cuarzo centellea
porque está vacío.
Es duro
como un puño apretado que no aprieta nada.
Ira:
Noche llena de estrellas.
Noche del átomo roto.
¡Qué enorme es el vacío
que cabe en lo más pequeño!
El cielo.
Y algo tembloroso que aún no llega a materia.
El vacío
del aparente infinito.
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Todo lo que se ramifica,
se bifurca: delta, rayo, pulmón,
raíces, sinapsis, fractales,
árboles genealógicos y de decisiones;
todo lo que multiplica
y a la vez disminuye -
no hay quien lo comprenda,
ya demasiado complejo
para este cerebro de gorrión,
este miembro X
de una serie infinita
que a las espaldas
de aquel que en lugar de pensar
es pensado, se desarrolla,
se ramifica, se bifurca.
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El nombre que nunca quería.
Sentía mareos de pisar la Tierra.
«Genial», «innovador», «apabullante», «un titán»:
él no quería.
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Aquel abedul, tachonado de sol.
No te muevas. Mira
las variaciones: el verde del verde,
lo mate de lo brillante, la hoja
en el limbo más oscura arriba
que abajo. Nada se repite.
Cada nervio se derrama como sobre la piel
la brisa. Todo esto vacila,
se alza, inalterado
casi, pero no del todo.
Esto balancea, baila, rueda:
«CONJUNTOS patológicos»,
funciones sin derivada,
órbitas fluctuantes en un espacio de fases.
Al viento doblegan, que las dobla,
las hojas, lo tuercen
en fantasmales remolinos
que tú no ves.
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INGRATO CORIDÓN
Con elegancia siempre
Gris perla nos habló
De su niñez.