EN BUSCA DE KLINGSOR
La novela desarrolla, como hemos dicho, el tema capital de la responsabilidad moral del científico, concretada en la Alemania nazi y su búsqueda de la bomba atómica. Klingsor es el nombre de un oscuro mito germánico, que al cabo es un vacío, porque nadie lo encuentra, y era el nombre clave del asesor científico de Hitler. Poco importa si existió, aunque existiera, parece querer decirnos el autor; la responsabilidad en el discurso mortífero nazi, incluida la proyectada fabricación de la bomba atómica, tiene mucho de colectiva. Persigue a Klingsor el teniente norteamericano Francis Bacon, que es el protagonista de la fábula, y cuenta la historia el científico Gustav Links, que redacta sus memorias en un manicomio de la República Democrática alemana, donde lleva recluido 40 años, en el otoño de 1989, cuando está cayendo el Muro de Berlín, sincronía que no parece casual.
La novela constituye una sólida indagación en el universo de los grandes físicos de preguerra; la tarea documental está registrada en nota conclusiva. Desde este punto de vista es deslumbrante -sobreabunda en información y conocimiento sobre la física cuántica-, y llamamos la atención sobre la poca grata imagen que presenta del gran físico Heisenberg, así como sobre las implicaciones de toda índole de las teorías de la Incertidumbre, de la Relatividad, de Juegos... Un Heisenberg dispuesto a estatuir para la ciencia el control del mundo. Todo ello sobre una fabulación poblada de intrigas amorosas; no se resuelve, por tanto, En busca en especulaciones abstractas, desencarnadas o escuetamente doctrinales. Reseña realizada por Miguel García-Posada