• Luz

    Partículas,
    sois los ocres y oros
    de la tarde de otoño,
    el límpido azul
    de una mañana,
    el mar tornasolado
    de turquesas y violetas,
    la coagulada sangre
    del crepúsculo,
    los ágatas y jades
    del bosque,
    el seno rosado
    de la joven
    y este rostro mío,
    oscuro,
    asombrado,
    que os interroga en el espejo.

  • El principio de arquímedes

    Un rey en viaje cae a un pozo profundo
    nadie tiene la menor idea de cómo salvarlo
    hasta que un paje llamado Arquímedes
    recomienda comunicar el abismo
    con una laguna de la vecindad
    y el rey subió con el nivel del agua.

  • La línea y su color

    La línea, si amarilla,
    no es moneda que valga
    si del cereal no toma
    la apariencia dorada.


    La línea es telefónica
    cuando, en lo alto el sol,
    hace que el amarillo
    hable en clave de sol.

    La línea, si amarilla,
    se descompone en blanco
    -No es línea que tolere
    lo injusto demasiado.

    La línea, si amarilla,
    será moneda de oro
    sólo si del obrero
    toma el color del rostro.

    La línea cuando verde
    es igual que el cristal
    que tuviera una verde
    coloración detrás.

    La línea cuando abril
    será verde escarlata.

  • Epílogo (darwin)

    Pero queda todavía una chance:
    que se acabe este funesto big bang,
    que el universo empiece a contraerse
    y a enfriarse, camino del gran crunch:
    acabarían entonces los adioses,
    los alejamientos, las separaciones:
    se invertiría la flecha del tiempo,
    moriríamos antes de nacer,
    la gigantesca nuez del coco
    iría a parar a la basura
    aún antes de que partiéramos el dicho
    coco, o más bien, uniéramos sus partes:
    primero el vagabundeo de Ulises,
    después la guerra de Troya, y recién
    a lo último, el juicio de Paris: le saca
    a Helena la manzana, piensa qué hacer,<

  • Anillos de saturno

    Que el tiempo no transcurre como giran los astros,
    suavemente, dejando
    un rastro azul de octavas y becuadros,
    un teorema perfecto en la mano de Newton,
    sino que, brutalmente,
    como arpón que quisiera extraerse al recordar,
    desgarra los violines, triza los monumentos,
    nos abate.

  • Botánica

    Aquí no hay ruda, nada de maticas.
    Si acaso ciclamores empinados al rosa,
    raptados por el sol en las aceras solas,
    y encinas:

                          situación de silencio vegetal
    porque nada me dicen o,
    en su lengua muerta para mí,
    estos ariscos rangos
    no sé qué de nosocomio afirman,
    reiterados y prúsicos.
    Pero ni una ramita de ruda, repito.

  • Alexander von humboldt

    ¿Sabe la rosa que la espina podrá defenderla
    vulnerando la piel del que ataca?
    Sabe la ceiba que lanzando a volar sus semillas en una gasa leve
    lejos germinarán en suelos más propicios?
    ¿Dónde termina cada cosa y empieza su designio?

    Veo entre rayas de luz el trazo delicado de las naves
    en la catedral silenciosa
    y las comparo con la forma de una orquídea salvaje,
    veo el trazado blanco de las nervaduras sobre la hoja
    y pienso en las rayas del caballo africano,
    y pienso en el blanco trazo de las costillas,

  • Requiem de las esferas ii

    Quien lo recuerda sabe.
                                 En el principio era
    sopa no condensada, pura energía boba,
    filamentos sin tiempo, vómitos apilados
    en cadenas sin fin -su fin era su inicio,
    estruendoso silencioso que nada percibía.

  • Surge el diamante...

             Surge el diamante desde lo profundo
    de su brillo, como la ola surge
    del mar, siendo ella misma
    el mar, y surge
    la esmeralda desde las verdes junglas
    de su dureza y el rubí y el ópalo
    desde su sangre o sus destellos.

            Y me dan en el pecho y me preguntan
    cuántos miles de siglos necesita
    un hombre, una conciencia para
    llegar a contemplarse
    a sí misma.

            Y, como escondido
    en esta su certeza indiferente,
    creo ver un aso

  • La sólida simplicidad de los átomos

    En fin, si la naturaleza no hubiese fijado ningún término a la
    destrucción de las cosas, ya los cuerpos de la materia hasta tal
    punto se habrían reducido por la acción devastadora del tiempo
    anterior, que nada engendrado por ellos a partir de cierto momento
    podría cruzar el límite último de su vida.