Por la noche, bajo la luna encendida y las estrellas
regresan de los campos. La brisa trae el son amortiguado
de una campana; cabizbajos y en silencio pasan
junto a un crucero gastado por la intemperie,
al hombro las viejas y gastadas herramientas
de sus antepasados pero contentos porque todo está atado
y bien atado: mirad, allí los vientos y la luna, aquí
las flores y el camino.
No saben que quien les saluda varias veces al día
sacó esta tierra de una raíz podrida - y la arrojó
como una china al fondo de la noche y del vacío.