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"La ciencia está por todas partes y sin ciencia no podemos entender el mundo que habitamos"

Laura Nuño de la Rosa, filósofa de la biología y Premio de Investigación de la Comunidad de Madrid Julián Marías a investigadores menores de 40 años en 2019, participará en el encuentro “Ciencia en todo, Ciencia para todos” enmarcado en la próxima Semana de la Ciencia y la Innovación de Madrid

¿Explíquenos en qué consiste la filosofía de la biología?

La filosofía de la biología es una disciplina de la filosofía de la ciencia, que a su vez es una disciplina más general dentro de la filosofía que se encarga de tratar las cuestiones generales que atraviesan las distintas ciencias y que ninguna ciencia puede resolver por sí misma. Por ejemplo, ¿qué es la ciencia? Los científicos mismos no pueden responder a esa pregunta, es decir, qué es la ciencia en general, porque no pertenece a su disciplina. Es la filosofía la que trata de dar respuestas a las preguntas generales que atraviesan a todas las ciencias. Después, la filosofía de la biología, en particular, trata estas cuestiones dentro del terreno de la biología. Yo trabajo mucho en colaboración con biólogos que, por ejemplo, se plantean preguntas como ¿qué es la selección natural? o ¿qué es un gen? ¿Es el mismo concepto de gen el que maneja un biólogo molecular que el que maneja un biólogo de la evolución? Parece ser que no son nociones compatibles. Pero claro, esa es una cuestión de la que no se encarga un biólogo, porque el concepto de compatibilidad no es un problema biológico y no tienen herramientas para resolver a esa pregunta. Por eso en filosofía de la ciencia, y particularmente en filosofía de la biología, desarrollamos herramientas conceptuales que nos permitan comprender esos problemas.

La biología es la gran disciplina legitimadora del orden social existente. ¿Nos puede explicar esta afirmación suya?

Hasta muy recientemente el marco teórico que legitimaba el orden social era la religión. Dios era la fuente de normatividad de lo que era y de lo que debía ser. Con la crisis de los estados religiosos y la transición a los estados laicos las sociedades se quedaron un poco huérfanas de este marco de referencia. Y, sobre todo desde la publicación del Origen de las Especies, la biología se convierte en la fuente de legitimación del orden social. Muchos autores han defendido que el capitalismo es el sistema político que mejor se ajusta a la organización natural de los seres vivos, a la libre y feroz competencia entre individuos, y que reproduce el orden natural de las cosas. Mi trabajo es muy crítico con esa posición, también con las posiciones esencialistas desde la genética que consideran que nuestros comportamientos, por ejemplo los roles de género o cómo gestionamos la agresividad y la violencia, en realidad están arraigados en nuestros genes y es muy difícil modificarlos. Y habríamos de tener eso en cuenta para luego intervenir sobre ello. En el campo de las humanidades, mucha gente adopta una resistencia intuitiva ante ese tipo de afirmaciones y así lo que hace es alejarse de las ciencias y afirmar que las ciencias no tienen nada que decir sobre la sociedad y la política. Yo no creo que la biología no tenga nada que decir sobre cómo somos como sociedad. Creo que el estado actual de la biología nos traslada que la vida es muy diversa y que hay un nivel de plasticidad inmenso que nos permite afirmar que cualquier sociedad es igualmente natural.

¿Cómo supervive el más apto desde el punto de vista de la filosofía?

La supervivencia del más apto es la frase que resume la gran teoría de Darwin. La teoría de la selección natural es, en realidad, una idea muy simple y omniexplicativa. Significa que aquellos individuos que son más aptos en cierto contexto ambiental que el resto de los individuos de su población, se reproducen más, tienen más descendencia, más hijos y, por lo tanto, sus rasgos distintivos se transmiten a través de las generaciones. Ese es el gran principio que en filosofía está muy discutido. ¿Es una fuerza? ¿Es un principio? ¿Es una ley? En las últimas décadas se han considerado, además, otros mecanismos que debemos tener en cuenta para entender cómo funciona la evolución. Por ejemplo, el hecho de que no solo se heredan los genes, sino que también se heredan los nichos, pues los organismos están constantemente interviniendo sobre su entorno. Cuando los pájaros fabrican un nido, sus polluelos no solo heredan los genes de sus padres, sino también el nido. El que el nido sea más o menos robusto, por ejemplo, influirá en la supervivencia de su descendencia. En el caso de los seres humanos, el capital cultural y material que heredes de tus padres hará que seas más o menos exitoso en la vida que otros individuos de tu población.

¿De qué manera contribuye tu investigación a afrontar los desafíos de la sociedad?

En realidad, la filosofía nació en contra de la utilidad inmediata. Nació precisamente en contra de los sofistas, que aplicaban el conocimiento a resolver un problema concreto. Eran los antiguos abogados de la Grecia Clásica y utilizaban el conocimiento y la retórica para ayudar a su defendido, al margen de que lo que dijeran fuera verdad o no. Pero con Sócrates la filosofía nace precisamente negando ese utilitarismo del conocimiento y defendiendo el amor por el saber, al margen de su aplicación. Yo creo que en una época como la que vivimos, en la que las personas de ciencias y las de letras no se entienden entre ellas, ni siquiera los propios científicos, al estar tan hiperespecializados, conocen más que su campo científico. El que es experto en tensión superficial no tiene ni idea de qué es un agujero negro.


A partir del premio, me animé con otras compañeras a montar un podcast de filosofía de la ciencia y a hacer divulgación de filosofía de la ciencia.

¿Cómo hacer llegar a la sociedad el trabajo de los científicos y las científicas?

El problema de que la ciudadanía no quiera saber de ciencia es porque tampoco se le pide su opinión sobre la ciencia y terminan pensando que solo los expertos pueden tomar decisiones sobre la ciencia. Creo que si la gente se sintiera interpelada a decidir, tendría más interés también en aprender ciencia. Y ahí creo que la filosofía de la ciencia puede aportar mucho precisamente, tratando de explicar cómo funciona la ciencia, cuáles son los mecanismos de revisión por pares, por ejemplo, de los artículos, cómo se organizan las comunidades de científicos, qué es el método científico. Creo que a la ciudadanía también hay que formarla en eso y no solo en entender qué es un virus o cómo se reproduce.

¿Qué retos se plantea con su  con su investigación?

La verdad es que a mí, como filósofa, me interesan un montón de cosas, así que tengo un montón de frentes abiertos. No tengo solo una línea de investigación. Me gusta muchísimo la historia de la biología y uno de mis proyectos es entrevistar a biólogos, registrar toda la reciente historia de la biología evolutiva. También me interesa mucho la relación entre ciencia y sociedad y creo que una de las esferas donde eso se ve mejor es en los estudios biológicos sobre la diferencia sexual y la reproducción de las mujeres. En particular, he trabajado mucho sobre el embarazo, sobre la diferencia sexual o el placer femenino. Estoy estudiando esas cuestiones desde una perspectiva evolutiva.

Premio Julián Marías a menores de 40 años en el año 2019. ¿Qué supuso para usted este reconocimiento?

Fue muy emocionante y aproveché para dar las gracias a toda mi familia, a la educación pública y a mi marido, que me acompañó con las niñas por todas partes. Fue muy importante a nivel personal y, a partir del premio, me animé con otras compañeras a montar un podcast de filosofía de la ciencia y a hacer divulgación de filosofía de la ciencia.

Y por último, una reflexión en torno al título de nuestro encuentro Ciencia en todo, Ciencia para todos

Creo que el título es muy acertado. Ciencia en todo. Hoy en día, la ciencia está por todas partes y sin ciencia no podemos entender el mundo que habitamos. Y en cuanto a ciencia para todos, yo tengo una visión muy democrática de la ciencia. Creo que debe estar al servicio de la ciudadanía. Así que considero fundamental que haya una ciencia pública que trabaje en función de los intereses públicos, de los intereses para todos y no de intereses privados.

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