Este árbol presenta un crecimiento acelerado en comparación con especies autóctonas como pinos o encinas.
Científicos del grupo de investigación 'Análisis y planificación del medio natural' de la Universidad de Huelva (España) han constatado el uso energético de un nuevo tipo de eucalipto que se adapta a las condiciones climáticas de la provincia de Huelva. En concreto, este árbol presenta un crecimiento acelerado en comparación con especies autóctonas como pinos o encinas, genera grandes cantidades de biomasa y su rebrote en la plantación aparece en un par de meses. Además, su producción es más rentable que la de otros ejemplares tradicionales y sostenible desde una perspectiva medioambiental.
Se trata del eucalipto urograndis, un híbrido resultado del cruce de eucalipto grandis y eucaliptos urophylla, ambos originarios de Australia pero muy usados en Brasil y que no produce semillas fértiles. Esta especie de hoja perenne se caracteriza por su alta resistencia a muchas enfermedades y su rápido crecimiento, sobre todo durante primavera y otoño, llegando a alcanzar unos 12 metros en tres años.
Hasta ahora, la madera de las plantaciones de eucaliptos tanto de España como de Portugal se había destinado a la producción de celulosa. Tras las conclusiones de este trabajo de investigación, titulado Eucalyptus x urograndis biomass production for energy purposes exposed to a Mediterranean climate under different irrigation and fertilisation regimes y publicado en la revista Biomass and Bioenergy, los expertos han certificado que junto a su finalidad tradicional como materia prima de papel, estos árboles suponen una fuente de energía renovable eficiente desde un punto de vista sostenible y son rentables económicamente.
Con este estudio, los científicos han demostrado que la biomasa producida a partir del híbrido eucalipto urograndis reúne las condiciones necesarias para generar energía. De esta forma, el calor producido por esta biomasa es apto para abastecer calderas de usos industriales como las existentes en hospitales, invernaderos, granjas u hoteles.
En concreto, el poder calorífico (PCI) de este árbol es similar al de la encina y se acerca al del pino sin corteza cuando están exentos de humedad. "El eucalipto urograndis tiene un poder calorífico de 16,74 millones de Julios por kilogramo (MJ/kg), frente a la encina que registra un valor de 17,0 MJ/kg. La diferencia entre ambas especies es casi insignificante, y muy cercana a la madera de pino descortezado, que tiene un poder calorífico de 17,5 MJ/kg", apunta a la Fundación Descubre Manuel Fernández, investigador de la Universidad de Huelva y responsable de este estudio.
Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), cada hogar español consume de 8.400 a 12.600 kilovatios-hora (kWh) al año entre electricidad y calor. En el caso de emplear biomasa, se necesitan entre 2.250 y 3.350 kilos de eucalipto urograndis para satisfacer las necesidades energéticas anuales medias de un hogar. "Esto se traduce en que una hectárea de terreno podría abastecer las necesidades de cinco o seis hogares", detalla Fernández.
Según los expertos, una ventaja de cultivar eucalipto frente a la madera sin corteza del pino, considerada la biomasa por excelencia, es precisamente su celeridad de brote y crecimiento. "Al cortarlo, que se hace cada tres o cuatro años, el eucalipto renace en apenas dos meses con un tallo de unos dos metros de altura. En cambio, el pino, pese a la calidad de su biomasa, tarda tres décadas en crecer lo necesario para que sea eficiente y no rebrota, por lo que se aprovecha del monte pero no se cultiva", explica este científico.
En cifras de consumo energético, este trabajo constata que la utilización de energía renovable a base de madera de eucalipto es muy barata, reduciendo a más de la mitad su coste. En concreto, supondría un coste de producción de unos dos céntimos por cada kilowatio hora (kWh), frente a los seis y ocho céntimos que se paga actualmente en los hogares por el eléctrico.
Para demostrar la viabilidad de la biomasa de los eucaliptos como fuente de energía, los expertos realizaron ensayos y diversas experimentaciones en una plantación ubicada en la localidad de Villablanca, a 125 metros de altitud y próxima a Ayamonte (Huelva).
Dentro de dicho cultivo, acotaron una hectárea donde plantaron un total de 48 grupos de 15 plantas de 30 a 40 centímetros, procedentes de esquejes enraizados. En concreto, de los tres años que duró este cultivo, durante los dos últimos realizaron doce tratamientos combinando diferentes dosis de aporte de agua de riego y fertilizantes con el objetivo de determinar qué necesidades ambientales requieren estos árboles.
Por un lado, efectuaron cuatro tratamientos con agua. Uno de ellos era el control, en el que no regaban y poder así comparar los resultados obtenidos en los otros tres ensayos. En los otros tres tratamientos, iban aportando agua en diferentes cantidades.
Al primero aplicaron 3.500 metros cúbicos por hectárea y año, cercano a la mitad del consumo hídrico anual de un cultivo de naranjas o de fresas. El segundo lo regaron con 6.000 metros cúbicos y en el tercero emplearon 12.000 metros cúbicos, por encima del agua que necesita un cultivo exigente como las peras.
Por otra parte, también analizaron cómo influye la fertilización del terreno en el crecimiento de esta especie. Para ello, en la zona de control no aportaron nutrientes, mientras que en una segunda distribuyeron 150 kilogramos de nitrógeno por hectárea y en la tercera proporcionaron 300 kilogramos de este mismo elemento.
Tras analizar los resultados, determinaron que una aportación media anual de agua de 1.500 milímetros de lluvia más riego y unos 150 kilos de nitrógeno por hectárea suponen las cantidades óptimas para sacar el mayor potencial productivo de esta especie en comparación con otras de su misma familia.
Este trabajo de investigación ha sido financiado por el Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad, con fondos FEDER y cuenta además con la colaboración de la empresa ENCE, energía y celulosa S.A.