El uso de estas tecnologías tiene repercusiones éticas y legales importantes, que van muy por delante de lo que contempla la legislación en vigor. / xresch (PIXABAY)
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Big data, ¿grandes promesas, grandes problemas?

La aplicación de la tecnología del <em>big data</em> o datos masivos en la salud abre un horizonte de lo más prometedor para la medicina, la investigación y la gestión sanitaria, al tiempo que también puede suponer un futuro cargado de problemas, especialmente en el campo de lo jurídico y lo ético.&#13;

Nadie duda que el Big data representa una enorme oportunidad para el avance del conocimiento científico, tanto en el diagnóstico y prevención como en el tratamiento de diferentes enfermedades o procesos clínicos, y para mejorar la salud y el bienestar de la población.

Tampoco a nadie se les escapa que las amenazas principales de estas tecnologías provienen de la confidencialidad de los datos, el uso no autorizado de la información por parte de otros agentes con fines distintos a los de proteger tu salud.

Hay que tener en cuenta que el ámbito sanitario es uno de los que más cantidad de datos genera, involucrando a un número muy elevado de ciudadanos.

El uso de estas tecnologías tiene repercusiones éticas y legales importantes, que van muy por delante de lo que contempla la legislación en vigor.

De ahí la necesidad de establecer un marco apropiado que permita el desarrollo de estas tecnologías, al tiempo que garantice la confidencialidad de la información y evite los posibles malos usos.

Esta es la base sobre la que se sustenta el proyecto BigDatius, presentado en Madrid en un seminario organizado conjuntamente por la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS), y la Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco (UPV) y la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).

Investigadora principal del proyecto, la doctora Pilar Nicolás ha explicado en este seminario que "el objetivo es dar seguridad a los procedimientos, homogeneizarlos y aclararlos".

A su juicio, "la regulación existente es sectorial, fragmentada, confusa en algunos aspectos e incompleta y, por lo tanto, hace falta una regulación más global y clara".

Actualmente, los diferentes Sistemas de Salud están trabajando en la puesta en marcha de soluciones que puedan extraer información de las diferentes bases de datos para construir los sistemas de información sanitaria.

Con todo, las aplicaciones clínicas del Big data sanitario todavía están en fase muy inicial.

Para el doctor Guillermo Alcalde, especialista en nefrología y vicepresidente del Comité Ético de Investigación Clínica del Hospital Universitario Araba (Vitoria), la creciente implementación de recursos de Big data a nivel sanitario puede tener dos implicaciones fundamentales.

Por un lado, "puede ser una herramienta de gran utilidad para la mejora de la asistencia y la eficiencia del sistema sanitario", y por otro esta tecnología puede suponer "riesgos importantes para la privacidad de los ciudadanos, cuyos datos sanitarios se exponen a riesgos que actualmente comenzamos a vislumbrar".

Esta tecnología, asegura, también supone riesgos para los propios profesionales, "que pueden ver amenazados aspectos básicos de la práctica asistencial, como la libertad de prescripción o la puesta en marcha de posibles limitaciones en la utilización de recursos".

BIG DATA: AMENAZAS PRINCIPALES

"Las amenazas principales están relacionadas con la confidencialidad y el uso no autorizado de la información".

En este sentido, las posibilidades de reidentificación de los individuos con la tecnología disponible hace que el dato completamente anónimo haya dejado de existir (dada la posibilidad de identificar a los individuos cruzando los datos con otras bases de datos disponibles), por lo que cobra especial relevancia la prevención de estos riesgos desde el momento del diseño de las bases de datos.

Además la elaboración de perfiles o patrones de riesgo de padecer determinadas enfermedades en manos de las compañías de seguros o de los propios empleadores puede llegar a producir discriminaciones individuales o de colectivos desfavorecidos en virtud de sus posibilidades futuras de enfermar.

Por todo ello, este médico defiende que es necesario garantizar el uso y la aplicación de la tecnología Big data en un marco ético y jurídico adecuado, tanto en asistencia como en investigación.

También para el coordinador de la cátedra de Derecho y Genoma Humano, Romeo Casabona, es vital mantener "una estricta observancia del régimen legal de la cesión de datos a terceros, ajenos a la actividad asistencial".

Y es que, y según Icíar Alfonso, vicepresidenta del Comité de Ética de la Investigación con Medicamentos de Euskadi, en la era de la tecnología Big data la anonimización de datos "no garantiza la protección de la privacidad de los sujetos y la confidencialidad de los datos".

Por eso, defiende que son necesarias medidas adicionales de control del uso de los datos para determinar quiénes tienen permiso de acceso, para qué finalidad y de qué modo se tratan, siendo necesario "fomentar una cultura de privacidad acorde con los nuevos tiempos y las nuevas realidades", subraya esta especialista en Farmacología Clínica.

BIG DATA: BENEFICIOS CLÍNICOS

En este seminario también se ha puesto de manifiesto que la utilidad clínica del Big data empieza a ser evidente, y ya hay estudios clínicos con grandes bases de datos que demuestran asociaciones que de otra forma serían imposibles de inferir, como es el caso de la relación entre inhibidores de la bomba de protones y la insuficiencia renal, demostrada utilizando datos del seguimiento de una cohorte de 250.000 pacientes.

Y según Guillermo Alcalde, los beneficios clínicos teóricos "son enormes".

Así, por ejemplo, se está trabajando para conseguir sistemas de ayuda al diagnóstico y tratamiento, sugiriendo pruebas diagnósticas o alternativas terapéuticas en línea, según protocolos preestablecidos o incluso proponiendo alternativas basadas en patrones detectados en la práctica clínica real.

En cualquier caso, admite este experto, "en nuestro entorno, la utilización del Big data es aún limitada por la falta de conexión de las diferentes bases de datos disponibles".

También para Icíar Alfonso las potenciales ventajas de la utilización de la tecnología Big data en salud "son incuestionables".

Por un lado, indica, "puede implicar una mejoría en el manejo y control de las enfermedades, especialmente en aquellas de curso crónico"; por otra parte, "su utilización en investigación, al procesar grandes cantidades de datos de diferentes pacientes, puede facilitar el acceso a nuevos conocimientos y su posterior diseminación", asegura.

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