La personalidad de todo investigador se ve reflejada, de uno u otro modo, a lo largo de su trayectoria profesional. En ese sentido, una breve aproximación a las publicaciones realizadas por Julio Ondategui durante dos décadas, ajena a cualquier pretensión de exhaustividad, ayuda a comprender mejor algunas de las razones en que se cimentó el especial aprecio científico y afecto personal que acumuló entre quienes compartimos con él proyectos y tareas.
Apenas Licenciado en Geografía por la Universidad Complutense en 1992, ya mostró su capacidad de iniciativa abordando un estudio sobre la profunda transformación de la industria en el distrito de Fuencarral, al norte de Madrid, basado en un exhaustivo trabajo de campo, que se convirtió en su primera publicación, realizada en la revista
Economía y Sociedad, de la Comunidad de Madrid. Pero fue al año siguiente cuando comenzó a trabajar en lo que sería su Tesis Doctoral que, con el título
Tecnología, industria e innovación. Los Parques Científicos y Tecnológicos en España se defendió en la Universidad Complutense en 1997, obteniendo la máxima calificación.
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No basta con escribir sobre innovación para ser innovador, pero Julio lo fue sin duda al abordar una temática totalmente novedosa en aquel momento, en el ámbito de los estudios geográficos, establecer las relaciones entre innovación tecnológica, industria y territorio |
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No basta con escribir sobre innovación para ser innovador, pero Julio lo fue sin duda al abordar una temática totalmente novedosa en aquel momento, que apenas contaba con bibliografía en España y menos aún en el ámbito de los estudios geográficos, planteando además una metodología específica para su análisis. El objetivo de esa investigación, que buscaba establecer las relaciones entre innovación tecnológica, industria y territorio, tanto para interpretar las pautas de localización de los sectores intensivos en tecnología como para valorar las políticas destinadas a promover espacios innovadores, constituyó desde entonces un componente central en su trabajo hasta convertirle en un experto reconocido.
Sus publicaciones en esa línea fueron desde entonces numerosas y tuvieron quizás su mejor exponente en el libro Las Tecnópolis en España, publicado por Thomson-Civitas en 2008, en donde se resumía la evolución de este tipo de proyectos, sus logros y sus limitaciones (Urbanismo del conocimiento, Diario El País, 2/8/2009). De este modo, un repertorio bibliográfico extenso le hizo presente en muchas de las principales revistas geográficas del país (Anales de Geografía de la Universidad Complutense, Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Ería, Ciudad y Territorio, Investigaciones Geográficas, Cuadernos de Geografía
), pero también en algunas otras de contenido esencialmente económico o tecnológico. En todo caso, su quehacer como científico siempre persiguió la transferencia de conocimiento sobre todo hacia el sector público, del que siempre fue un firme defensor, crítico, pero defensor al fin y al cabo. En esta línea más aplicada destacan los trabajos que publicó, por ejemplo, para la Fundación COTEC, para la revista Análisis Local o, en formato electrónico, para la revista Madri+d. Esta última plataforma dio cuenta de forma más inmediata del bullir de sus ideas y de sus inquietudes en los últimos años.
Este breve repaso a su producción científica exige siquiera una mención final a las numerosas obras colectivas en las que, de forma generosa y entusiasta, participó junto con otros investigadores de todo el país. Sirva como botón de muestra títulos como Recursos territoriales y geografía de la innovación industrial en España (Universidad de Salamanca), Estructura económica de Madrid (Ed. Civitas-Comunidad de Madrid), Industria y ciudad en España: nuevas realidades, nuevos retos (Ed. Civitas), Introducción a la Economía Mundial (Delta Publicaciones) o Perspectivas medioambientales en Asia y el Pacífico (Ediciones Gondo-Asociación Española de Estudios del Pacífico); trabajo este último, por cierto, con un especial significado dado el interés y los lazos emocionales que mantuvo con esa parte del mundo, lo que de forma recurrente aparecía en sus reflexiones para dibujar así otro de los rasgos más característicos de su obra y su persona.
Pero para completar el bosquejo de ese perfil profesional y personal merece la pena regresar a esa puerta de entrada a la investigación que suele ser una Tesis, porque en ella se hicieron ya patentes algunos de los rasgos que subyacen al conjunto de su trayectoria. En primer lugar el valor que supuso enfrentarse a un objeto inexplorado como eran los parques tecnológicos, que habían comenzado a aparecer en España apenas unos años antes, para analizar sus promotores, el tipo de empresas e instituciones implantadas, las funciones que llevaban a cabo y sus principales resultados, sin olvidar la relación de cada uno con el sistema regional de innovación correspondiente. En segundo lugar su tenacidad, pues sin contar con ningún tipo de apoyo tuvo que construir durante años una base de datos cuyo elemento central eran las entrevistas realizadas en numerosos viajes a los principales responsables de los PTs y una encuesta enviada por correo postal que hizo posible una comparación hasta entonces inexistente. En tercer lugar su sentido crítico, pues la contrastación entre el discurso institucional y la realidad observada fue otro rasgo de identidad, tanto en sus textos como en los numerosos debates formales e informales- en que participó dentro del Grupo de Geografía Económica de la Asociación de Geógrafos Españoles, donde su ausencia es sentida de forma patente.
De la calidad profesional de un investigador queda el testimonio de sus escritos, pero Julio, además, fue nada menos que una buena persona y de eso queda el testimonio de quienes le conocimos y le apreciamos. Cabe por eso recordar aquel consejo de Marco Aurelio en sus Meditaciones, que tan bien cuadró siempre con su personalidad: No obres como quien ha de vivir diez mil años. Lo irreparable está ya suspendido sobre ti. Mientras vives, mientras aún es posible, sé un hombre de bien. Julio, sin duda, lo fue.
Agradecimientos:
Queremos agradecer a las profesoras Rosa Mecha y Carmen Mínguez de la Universidad Complutense de Madrid su apoyo y colaboración en este homenaje a Julio César Ondategui a quien conocieron y estimaron.