A
Antes de que digas B, espera,
escucha, piensa
lo que has dicho. Una vocal
que poco significa
pone mucho en movimiento.
Abres una vez la boca
y llevas tus restos mortales
a rendimientos
de complejidad cósmica:
cataratas enteras de estímulos,
cálculos, turbulencias,
a las espaldas de aquel
que es Yo - por no hablar
del cerebro,
que no habla
y se burla de toda ciencia.
De otra manera que los otros
has dicho A.
No por primera vez,
sino millones de veces
lo has producido,
ese sonido, en voz alta, tartamudeando,
en todos los tonos, susurrando,
gutural, cantando, oprimido,
en el buen doctor, asombrado,
fascinado, lleno de tristeza -
sin decir nada, en sentido estricto
y ni una sola vez
te has repetido en ello,
en sentido estricto.
La técnica, comparada contigo,
es chapuza, chatarra, cachivaches.
Tú no te imaginas siquiera
lo completo que eres -
a no ser con ronquera,
con hipo, con cáncer.
El fervor del origen
se te ha extraviado.
No se divisa una omega.