Mediante un tubo de plástico, transparente, lleno de fina arenilla, con una cinta métrica en su interior y con ayuda de un diapasón (1000Hz en nuestro caso) provocamos trenes de ondas por la boca del tubo. Se forman conjuntos de "riples" en la arenilla. Se miden dos máximos consecutivos y se calcula la velocidad de propagación del sonido en el aire.
Rellena el plato con lonchas de queso… lo pone al microondas… espera un minuto.. Calucla la velocidad de la luz, y si es aplicado… ¡dejamos que se coma el bocata de queso!