Desde bastante pronto, Carmen tenía claro que iba a encontrar el eslabón perdido del ser humano, hasta que el latín y el griego se cruzaron en su vida y cambió la Paleontología por la Paleografía, la prehistoria por el siglo XVI y Atapuerca por la biblioteca del monasterio del Escorial. Esta curiosidad por las lenguas, los trazos y los papeles la llevaron a hacer caligrafía, pero también le interesan la imprenta tradicional y la digital, las letras bordadas y las letras en crucigramas. Para su doctorado estudió la escritura de un copista griego que tenía mucho de aventurero, lo que le permitió visitar algunas de las más impresionantes bibliotecas históricas europeas. Desde hace un tiempo también intenta entender y sacar provecho de eso que llaman "Humanidades Digitales".
En sus ratos libres procura pasar tiempo de calidad con su gente, bien sea paseando, tejiendo, haciendo yoga o con una buena conversación en un sitio tranquilo.