La curiosidad es uno de los factores determinantes para que los estudiantes se sientan atraídos por la ciencia. Los experimentos cuyo resultado es inesperado sorprenden y provocan curiosidad. Si estos experimentos los hacen los propios asistentes, con materiales familiares que se comportan de un modo inusual, su poder de atracción resulta mucho mayor.Los experimentos que se presentan ilustran este planteamiento. Curiosamente, la física evita que un huevo que se lanza contra una sábana se rompa. Para sorpresa de los participantes, el cuerpo humano es conductor de la electricidad y permite transportar las señales eléctricas de una radio hacia un altavoz, aunque esta conductividad sea la causa de que una dinamo de bicicleta nos pueda dar un calambre. También sorprenden las anillas que se anudan solas al caer a lo largo de una cartulina que giran como turbinas mezclando colores, y las ollas que echan surtidores de agua al frotarlas son otros de los experimentos atrayentes e insólitos.